Wednesday, October 26, 2005

Que tenga un buen día...

Alesandre


Esta jornada (la undécima, adelantada por el repechaje de la selección española), me viene como me vinieron muchas durante el campeonato pasado: redonda. El Depor ganó, y además, ganó al Real Madrid, como la pasada temporada, y el Barça ganó convenciendo y jugando en equipo, en bloque, como todos queremos que juegue.

El partido del Barça lo vi en ESPN 2, por aquello de que no hay mayor tortura que escuchar comentarios de desGraciano en Meridiano, y el partido del Madrid, obviamente no dudé en verlo en el canal venezolano huyendo de la verbosidad insensata de los Tapias y Kempes.

Lo del Barça fue un verdadero regaño al Málaga. Uno de esos regaños en que no vale qué digas, porque el regañado no puede decir nada, y cada vez que dice algo, el regañador se siente ofendido y lo regaña con más violencia aún. Lo que sucedía es que el Barça no lograba mandar a su cuarto sin televisión al Málaga, porque tenía un terquito en sus filas, un hombre ya conocido para todos los culés, incluido Johan Cruyff, puesto que el holandés es su suegro. El hombre es Francesc Arnau. Arnau no triunfó en la valla barcelonista no por ser un nefasto portero, sino por no ser el mejor portero del mundo. Arqueó en tiempos en los que un gol en contra significaba la imposibilidad de sacar un resultado positivo. En aquellos días, el Barça no podía remontar, y Arnau formó, junto a Hesp, Reina, Dutruel, Bonano, Enke, y Rustu, el cordón de miseria en la portería. Cordón que hubiera sido de otra cosa si el juego del equipo y su administración hubieran estado a la altura. Hoy, Arnau demostró que no fue su culpa formar ese cordón, como lo demostró ya Bonano en la primera jornada. Bonano logró consumar su venganza loca, y aunque Arnau estuvo cerca, no lo logró. Arnau es un portero regular con buenas y malas noches, y hoy tuvo una noche bestial. El Barça estuvo pletórico en todas sus líneas, y hasta se mostró altruista (sólo cometió seis faltas en todo el encuentro, algo que seguramente es casi un récord), y cuando al fin logró castigar al Málaga, fue porque Puentes Leira decidió que ya estaba bueno ya, y que de verdad que el Málaga andaba malcriado. Marcó un inexistente penal sobre Ronaldinho (que se tiró como si fuera el mismísimo burrito Ortega) , y éste lo transformó magistralmente, estilo Alfonso: esquinado, con fuerza, y con cállate que entra a juro. Después, Larsson, el abuelo sueco, me calló la boca a mí, que noneé a Rijkaard por sentar a Eto´o, con una vaselina que ya quisiera Raúl volver a hacerlas así. Excelente. Todo rubricado con tinta china al final de la tarde, cuando el Madrid demostró que sin Ronaldo no hay nada que hacer para marcar goles (no hay alternativa). Luxemburgo hizo dos cambios significativos: sentó a Beckham (cuya aparición en el partido fue gracias al brillante y transparente trabajo del Comité de Competición) en el 52 para poner a... Balboa. Sí, lo sé. Yo no inventé el nombre porque no recordaba el real, es que en serio se llama Balboa, es canterano, e hizo lo que se suponía... nada. Luego sacó a Pablito García, que es charrúa y por lo menos pega y mete miedo, y te insulta y es malandro, y metió al soldadito español (mote que no inventé yo, y que me suena más a falange que a otra cosa) Soldado, que hizo lo que si se es sensato se suponía... nada, aunque por ahí seguro había alguno que estaba seguro de que Soldado le iba a sacar las patas del barro al Madrid en todos los partidos como frente al Olympiakos, y que se iba a convertir en su Sheringam particular. Pues bien. El Depor trabajador, táctico y molesto. 3-1. Maravilloso. El gol del Madrid fue de Raúl, de quien se podría decir está enrachado, pero de nada le ha servido al Madrid. Su golazo no sirvió de nada, y el Madrid sólo dejó una buena sensación: Sergio Ramos. Pero nada. Los Helguera, Guti, Diogo, Roberto Carlos, Beckham, Balboa, Robinho, Soldado, Pablo García, etcétera, se mostraron absolutamente incapaces de nada. Mi día está hecho. El Madrid está por debajo del Barça.

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