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Después de un par de semanas sin Liga Española, sólo había una cosa en mi cabeza: tenía que ver al Barça. Las vacaciones de invierno siempre son extrañas en ese sentido: uno está agobiado por la Universidad (en mi caso, aunque seguro que aplica también para quienes están en el colegio o quienes trabajan) y quiere que ya lleguen las vacaciones. De hecho lo único que lo salva a uno de ceder a la desesperación es que casi todas las semanas hay fútbol, y eso significa que por lo menos hay algo en qué pensar entre domingo y domingo. Pero cuando llegan las vacaciones llega el parón de invierno, y de repente uno tiene demasiado tiempo libre y nada que hacer con él. Así que esta vuelta a clases simbolizaba también para mí una vuelta al fútbol, una vuelta al Barça.

El partido de Copa fue el calentamiento y nada más. El fin de semana había Liga y eso era todo lo que me cruzaba la cabeza. Puedo jurar que no sabía nada de tablas, de números ni de posiciones. Sólo sabía que eran catorce seguidas y contando. Y entonces el sábado en la tarde ganó el Barça y de repente ya todo se siente normal de nuevo, así que recuerdo que existe la tabla y reviso las posiciones y ¡Oh, sorpresa! la diferencia es descomunal... ¿Y qué hace el Osasuna ahí? que bichos tan raros...

Sin tiempo para pensar en la tabla, tampoco tuve tiempo para soñar con resultados. Sólo había tiempo para ver partidos. "Ya va a empezar el Madrid, ¿Cómo habrá quedado el Osasuna?... hey mira, emptaron". Y repentinamente, todo el mundo empata y el Barça está aún más lejos. Mágicamente se dieron resultados perfectos para hacer que el Barça le saque dos puntos más de ventaja a todos (menos al Depor) y como consecuencia somos campeones de invierno, si el Madrid gana todos y nosotros perdemos cuatro (que llevamos uno solo perdido, ojo) no nos alcanza y Eto'o lleva 18 goles en 18 partidos. Esas son solo algunas pocas de las cosas con las que el Barça nos desea un feliz año. Y es que este año se perfila como uno de los más felices en mucho tiempo.